“El corazón de su marido confía en ella y no carecerá de ganancias. De ella recibe el bien y no el mal todos los días de su vida” (Proverbios 31:11-12).
Fuimos creadas para ser el complemento perfecto de nuestros maridos, sin embargo por nuestra mala naturaleza y mal proceder, nos convertimos muchas veces en sus principales jueces y acusadoras. Lejos de ser mujeres que le den bien, todos los días de sus vidas, somos esposas iracundas, apartadas de la razón, fornicarias, capaces de hablar mal de él y ridiculizarlo en público, y con corazones llenos de rencor y maldad hacia ellos.
¿Está el corazón de tu marido a salvo contigo? ¿Confía él que tu corazón le va a dar bien y no mal TODOS los días de su vida?
El corazón de un marido se siente confiado en su esposa cuando él reconoce que ella es su “ayuda” y no su obstáculo, que es su compañera y no adversario, que se preocupa por él, que lo ama y está dispuesta a vivir para él. Él se siente seguro y tranquilo cuando sabe que su mujer es casta, prudente, respetuosa, fiel, discreta, y está dispuesta a aportar siempre cosas buenas para la relación de ambos.
Es tiempo de tener maridos felices y seguros en nuestras manos, de respetarlos, admirarlos, de guardar su integridad frente a los demás, de ser su compañera y no su contrincante, de ser prestas y consideradas con sus necesidades, de aceptarlo como es, de halagarlo a solas y en público, de apreciar sus virtudes y orar por sus debilidades. Estas cualidades no dependerán nunca del carácter de tu esposo sino de tu obediencia a Dios.
“La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye” (Proverbios 14:1).
Oración: Ayuda y enseña Señor a toda esposa a ser la compañera idónea que necesita su marido. Permite que por sus acciones y por las palabras de sus labios, sean constructoras y no destructoras de hogares. En el nombre de Jesús, Amén.
Alabanza Sugerida: Enamorados, Tercer Cielo – http://www.youtube.com/watch?v=MDhdI6h4RPQ