Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. (Lucas 10:39-40)

El común denominador de toda mujer sobresaliente de la Biblia es: su amor por el Señor. Por ello sobresalen las hermanas Marta y María; un par muy impar.

Marta era una sierva devota, extrovertida, activa, servicial, enérgica, dispuesta, perfeccionista, enfocada, crítica, y excelente anfitriona. Nada distraía a Marta de sus labores… ni la visita de Jesús. Mientras todos escuchaban, ella seguía trabajando.

María era una adoradora sobresaliente, introvertida, reservada, apasionada, atenta, buena oidora, agradecida, desprendida y entregada.

Como par, sus historias siempre giran en torno a Jesús, eran igualmente hospitalarias y rebozaban de amor por Jesús. En las tres ocasiones que aparecen (Lc 10:38-42, Jn 11, Jn 12), se les menciona juntas, como indicativo del equilibrio que debe existir en nuestras vidas entre servicio y adoración, como también de la entrega que debe existir al servir y la devoción al adorar.

Amadas, toda adoración es servicio, pero no todo servicio es adoración. Hay una línea muy fina entre ambas a la cual debemos prestar cuidado.

Marta cumplió ceremonial y filialmente en cuanto al recibimiento de Jesús en su casa; contrario al fariseo de Lc 7:44-46, pero siguió ensimismada en sus labores a fin de quedar bien.

María por el contrario, le dedicó ininterrumpidamente toda su atención y compañía, sentándose a sus pies.

Ambas son un recordatorio de las cosas que debemos hacer y evitar, y de la mayor “buena obra” que podemos hacer… ¡ADORAR a Jesucristo apasionadamente! Amadas, cuando estamos en la presencia del Señor, todo lo demás toma un lugar secundario. 

La respuesta de Jesús a Marta (Lc 10:41-42) sigue vigente hoy… Él prefiere “verdaderos adoradores que le adoren en espíritu y verdad” (Jn 4:23). Que las ocupaciones aún del ministerio, no nos roben la bendición de estar a los pies del que ama nuestra alma: Cristo Jesús.

Oración: Amante Señor, perdóname por descuidar mi relación contigo y esconderme detrás de las ocupaciones del ministerio. Ayúdame a reconocer que la base de todo servicio es la adoración. En el nombre de Jesús, Amén. 

Alabanza Sugerida: Poema de Salvación, MWitt –http://www.youtube.com/watch?v=Lplblx9d6pM


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