“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmos 27:1).
¿A quién temes? ¿Quién te atormenta, te pone los nervios de punta, te roba la paz o te quita el sueño?
En el caso de David eran los crueles, y falsos testigos que se habían levantado en su contra (v.12). El grado de su temor era tal que se cuestiona dos veces (v.1). Y la verdad es, que existen ocasiones en que “si no creyésemos que veremos la bondad de Dios, desmayaríamos” (v.13).
En el Salmo 27 aprendemos de la reflexión de David, tres principios para ahuyentar el temor:
I. Debemos depositar y declarar nuestra confianza plena en Dios (1-6)
- Recuerda las veces que en el pasado Dios acudió a tu encuentro y te socorrió (2-3)
- No dejes de congregarte fielmente (4-5)
- Ocúpate de Dios (4-6a)
- Alaba al Señor aun en medio del dolor y la aflicción (6b)
II. Debemos declarar y depositar nuestra dependencia total en el Señor (7-12)
- Abre tu corazón y exprésale tus necesidades con fervor y devoción
- Ten la seguridad de que Dios nunca te abandonará (10)
- Pídele al Señor dirección sobre tu vida (11-12)
III. Debemos Esperar en nuestro Padre Celestial (13-14)
Y cuando sientas que las fuerzas te fallan, esfuérzate y dale aliento a tu corazón recordando lo que en el pasado Dios hizo por tí. El es tu luz y tu salvación. El es la fortaleza de tu vida, y ha prometido nunca dejarte.
Oración: Gracias mi Dios porque los que esperan en Tí tendrán nuevas fuerzas (Is 40:31ª). Gracias porque no tengo que temer si Tú a mi lado estás. Ayúdame a tenerlo siempre presente. En Cristo, amén.
Alabanza: No Me Soltará, Rojo – https://www.youtube.com/watch?v=-Y03_Z-73fU
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