“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia” (Proverbios 17:17).

¡La amistad es uno de los tesoros más preciados! Tener un amigo es una gran bendición. Puede ayudar, aconsejar, compadecerse, alentar, sobre todo, estar a tu lado cuando las circunstancias son difíciles. El texto dice que el amigo “es como hermano en tiempo de angustia”.

En un programa de televisión se buscaba encontrar la mejor definición de amigo, la ganadora decía: amigo es uno que se queda cuando todos se han ido. La Biblia da gran importancia a la amistad. El versículo da algunas características de un verdadero amigo.

Primeramente señala la constancia “en todo tiempo”. En ocasiones suele haber amigos de buenos tiempos, son egoístas, solo están cuando pueden lograr alguna cosa: “muchos buscan el favor del generoso, y cada uno es amigo del hombre que da” (Pr 19:6).

La segunda característica es la lealtad. Ser leal es tener la capacidad de denunciar al amigo las cosas que son incorrectas en su vida. La alabanza no es buena para la amistad (Pr 28:23).

En tercer lugar un amigo es un buen consejero, que alegra el corazón (Pr 27:9). Un amigo es también positivo. Sus conversaciones son siempre edificantes, en contraste con el chismoso cuya delicia es separar a los mejores amigos (Pr 16:28).

Cuarto, el verdadero amigo es discreto. No extiende los problemas y divulga las faltas (Pr 17:9). Sin embargo todos los amigos llegan a fallar porque son hombres. Es más, tal vez alguno tenga la experiencia de estar sólo, sin amigos, abandonado a sus problemas y sin una mano que se extienda para alentarle. Sin embargo, ningún creyente puede decir que no tiene, por lo menos, un amigo.

Jesús se manifiesta como el verdadero y auténtico amigo. Los amigos de Cristo no merecían la gracia de la amistad; publicanos, pecadores, enemigos en malas obras, pero, el Señor los buscó personalmente para traerlos a sí (Lc 19:10). Él llamó amigos a sus discípulos (Jn 15:14), hombres que no eran dignos de esa amistad; Mateo un publicano; Juan un iracundo y sectario; un despreciador como Pedro; un traidor como Judas. La amistad del Señor se expresa en que “como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13:1). Su amor es permanente como dice el versículo de proverbios: “en todo tiempo”. Ninguna circunstancia lo altera. Podremos ser fieles, acaso caigamos en el camino de la fe, tal vez no seamos agradecidos, pero, a pesar de todo, sigue amándonos.

Una gloriosa provisión de este amigo celestial: “es como un hermano en el tiempo de angustia”. Es el hermano que conoce y siente nuestro problema y viene a nuestro lado para prestarnos su ayuda ¡Que bendición tener un hermano así que no se avergüenza de llamarnos hermanos! En el momento de prueba está con nosotros, permanece a nuestro lado en medio de la angustia (Sal 91:15). En el tránsito de esta vida sigue a nuestro lado y al término del camino Su mano amiga nos tomará para darnos la bienvenida al lugar que personalmente prepara para nosotros (Sal 23:6).

Debo preguntarme ahora si estoy experimentando en mi vida la bendición de la amistad con mi Señor.

Oración: Señor, quiero sentir Tu gracia y disfrutar de Tu amistad, mientras Recuerdo con gratitud que Tú: “me amaste a mí y Te entregaste por mí”. Amén.

Alabanza: Amigo, ACampos – https://www.youtube.com/watch?v=ACpNb8Q4cDs

Samuel Perez Millos, Ministerio Aliento – Derechos Reservados © 2016  –www.Maestrasdelbien.org

 


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