«Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada». (Proverbios 31:30)

Humanamente hablando, la belleza es un concepto abstracto y relativo. Su existencia está ligada a una percepción que a su vez está determinada, en buena medida, por preceptos culturales y asociaciones específicas. Por ejemplo, todos los años la revista People selecciona al hombre y la mujer más hermosos del mundo, cosa que también hace el Miss y Mister Universo. Personalidades reconocidas del mundo del arte, el espectáculo y la moda, se reúnen para decidir (en base a estereotipos humanos) quiénes pueden ser las mujeres y los hombres más hermosos del planeta. Sin embargo, por loco que te parezca, también se han establecido parámetros matemáticos que delinean la composición perfecta de la belleza en referencia al rostro humano.

¿No lo crees? Pues a principios del año 2012, Florence Colgate -una estudiante británica de 18 años- fue seleccionada como la cara más perfecta del mundo. Le fue otorgado el título de «El Bello Rostro de Gran Bretaña», y no por la autoridad de los jueces concurso de belleza, sino por la autoridad de la ciencia y las matemáticas.

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Y de acuerdo con las proporciones postuladas como idóneas por la ciencia, la distancia entre sus orejas es exactamente el doble del trecho que separa a una de sus pupilas de la otra. Además, la distancia que hay de sus ojos a su boca equivale a una tercera parte de la que separa su barbilla de la línea donde comienza su cabello, arriba de la frente. Lo que hace coincidir ambas proporciones con la belleza perfecta que los científicos obtuvieron tras correlacionar múltiples variables.

Carmen Lefevre, investigadora del Perception Lab de la University of St Andrews’ School of Psychology, explica la ‘perfección’ de esta mujer:

“Florence tiene todas las señas de la belleza clásica. Tiene ojos grandes, pómulos salidos, labios rellenos y tez clara. La simetría parece ser un elemento muy importante para definir a alguien atractivo”.

La declaración  de que su hermosura «es científicamente demostrable» desató un gran debate que permaneció mucho tiempo en Internet. Cientos protestaron (con razón) que el misterio de lo que hace una cara más atractiva que otra no puede resolverse con una fórmula. Una preocupación mucho más grande, sin embargo, era lo que la fórmula le haría a la propia imagen de las millones de mujeres que no llenan los requisitos de esta fórmula, llevándolas a sentir que estaban condenadas a la “fealdad” ya que sus rostros no se correspondían con la cuadrícula.

La mayoría de nosotras, por supuesto, no necesitamos la ayuda de una fórmula matemática para sentirnos de esa manera. Basta con mirar las revistas o el póster de una nueva película para comenzar a pensar que no somos lo suficientemente bonitas. El mundo caído en el que vivimos se ha encargado de vendernos la misma mentira que le hemos comprado a un muy bajo precio durante años: «Tienes que tener el cuerpo 90-60-90, labios carnosos, ojos claros, cejas copiosas y pelo largo». Si, yo también he estado en ese lugar, de sentirme más fea que el patito feo, lo que me llevó a tomar muchas malas decisiones en mi juventud. Malgastar el dinero en ropa para estar al último grito de la moda y también desperdiciarlo en horas y horas de salón a la semana para lograr el pelo perfecto. Pero de esas malas decisiones aprendí, que para poder romper con esa mentira que le hemos comprado al mundo tenemos que asimilar y entender que Dios no nos ha dado una norma prescrita de la perfección física. Que Su propósito para la diversidad en nuestras miradas, tamaños y cuerpos, no era para que pudiéramos celebrar concursos de belleza. La belleza no es un juego de ganar o perder, es algo que todas cultivamos cuando alimentamos nuestra alma y espíritu a través de la Palabra de Dios y administramos adecuadamente nuestros cuerpos con el fin de glorificar a Cristo.

¿Estás dejándote llevar por la corriente, invirtiendo tiempo y dinero en lucir como las revistas, o ni siquiera sales de tu casa porque crees que no eres lo suficientemente bonita? Sea cual sea tu respuesta, te invito a meditar en este pasaje mientras se publica la segunda parte de este artículo:

«Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al SEÑOR, ésa será alabada». Proverbios 31:30

Artículo escrito por Masiel Mateo para Ezer y republicado en Maestras del Bien.


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