“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.« (Filipenses 4:7).
La preocupación es un mal común y generalizado. No hay quien no batalle con ella en algún grado. La preocupación es ese pensamiento insistente que nos roba la paz, el sueño, la tranquilidad y la alegría.
¿Qué haces tú cuando te sientes preocupada? Muchas se refugian en las drogas, el alcoholismo, los vicios, y hasta la mucha ocupación para entretener o anestesiar su incansable mente. Otras buscan la quietud de algún ambiente, escuchan música suave, se toman un baño de espumas, usan aromaterapia o se refugian en la oración.
Pablo nos asegura que el fin de nuestra preocupación ocurre:
Primeramente, cuando estamos a cuentas con Dios (Ro 5:1). Y
Segundo, cuando ocupamos nuestra mente y corazón en la persona de Jesucristo.
Jesús ha dicho: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Jn 14:27). E Isaías 53:5 dice que: “el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotras curadas”. Una de las cosas de las cuales fuimos curadas es precisamente de la preocupación.
La paz de Dios cubre todas las áreas de nuestra vida. Ella deshace el temor, endulza la amargura, elimina las inseguridades y desenreda nuestras conjeturas mentales. Solo tenemos que entregarle nuestras cargas y dejarlas a sus pies, porque él tiene cuidado de nosotras.
Oración: Gracias Señor por la paz que Tú me das. Ayúdame a mantener mi pensamiento en Tí. En el nombre de Jesús, amén.
Alabanza: Tú Guardarás en Completa Paz, Peregrinos – https://www.youtube.com/watch?v=adWXkqB3Bng
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