“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.” (Santiago 1:12)
Cada una de nosotras sin excepción, ha experimentado algún tipo de sufrimiento. Físico, emocional o mental. Permanente o pasajero. Profundo o superficial. Dios me ha permitido pasar por varios de ellos a lo largo de mi vida; pérdidas, separaciones de personas muy queridas, dolores físicos, decepciones, escasez económica, etc. Pero a lo largo de ese recorrido él me ha enseñado algunas lecciones fundamentales en relación al sufrimiento y la vida cristiana.
Dios permite el sufrimiento en nuestra vida:
- Para disciplinarnos por el pecado. “Mientras no te confesé mi pecado, las fuerzas se me fueron acabando de tanto llorar. Me castigabas día y noche, y fui perdiendo fuerzas, como una flor que se marchita bajo el calor del sol.” (Salmo 32:3-4)
- Para enseñarnos a confesarle nuestras culpas. “Pero te confesé mi pecado, y no oculté mi maldad. Me decidí a reconocer que había sido rebelde contigo, y tú, mi Dios, me perdonaste.” (Salmo 32:5)
- Para comprender Sus verdades. “Estuvo bien que me hicieras sufrir porque así entendí tus enseñanzas.” (Salmo 119:71)
- Para conocerle más íntimamente. “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.” (Job 42:5)
- Para que maduremos. “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (Santiago 1:2-4)
- Para perfeccionarnos. “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.” (1 Pedro 1:7)
- Para que dependamos de él. “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne,… para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Corintios 12:7)
- Para que miremos lo eterno. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” (Romanos 8:18)
Dios no se goza en el sufrimiento pero lo permite para refinar nuestra fe, desarrollar el carácter de Cristo en nuestra vida, y para traer gloria a Sí mismo. Sin dudas, cuando enfrentamos el sufrimiento con esto en mente, encontraremos sentido y esperanza en medio de él. Que Dios te permita ver los beneficios en medio del dolor.
Oración: Padre gracias por las lecciones aprendidas en la escuela del sufrimiento. Que produzcan en mí buenos frutos. En el nombre de Jesús, amén.
Alabanza: Vivir Por Fe & No Por Ver, K&KGetty – https://www.youtube.com/watch?v=FVPSFZmhMm8
Gabriela Luisi para Maestras del Bien – © 2016 Derechos reservados www.maestrasdelbien.org