“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Corintios 12:9)

¿Cuándo piensas en la clase de persona que Dios usa, que viene a tu mente? A menudo nos descalificamos porque carecemos de ciertas cualidades, talentos o dones. Otras porque se sienten rotas, sucias, indignas y muy poca cosa.

Sin embargo el testimonio bíblico nos muestra que Dios logra cosas extraordinarias usando a personas imperfectas y bastante ordinarias. Son precisamente personas como tú que se descalifican, a las que Dios le fascina usar.

Nada había de extraordinario en Abraham, Moisés, Josué, David, Rut, Rahab, la Mujer Samaritana, Pedro, Juan o Pablo, entre muchos otros. Abraham era un hombre común, Moisés un homicida y pastor de ovejas, David un jovencito, Rut una mujer insignificante de un pueblo pagano, Rahab y la Samaritana mujeres de poco escrúpulo, Pedro y Juan pescadores sin letras y del vulgo, y Pablo un matón de primera y enemigo del pueblo de Dios. Mas ¿que hizo de ellos personas extraordinarias? La persona en la cual pusieron su confianza; Dios.

Amada, tú también puedes ser una mujer extraordinaria. No tienes que ser perfecta y talentosa. Solo necesitas confiar en Dios y entregarte plenamente a Jesús. Y mientras más deshecha estés, más es glorificado Dios en tu transformación.

Oración: Padre ayúdame a acercarme y confiar plenamente en Tí. Perdóname si algo he hecho o dejado de hacer basado en mis fuerzas. Enséñame a depender de Tí. En el nombre de Jesús, amén.

Alabanza: Al Taller del Maestro, ACampos – https://www.youtube.com/watch?v=jDYBf8DUZF4

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