“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.” (Filipenses 3:8)
En el contexto y momento histórico que vivió Pablo y los creyentes del primer siglo, era un alto riesgo ser cristiano. No era una etiqueta atrayente para el público en general, sino un grave peligro y causa de persecución y muerte.
El valor del bautismo como testimonio público residía en el precio que estaban dispuestos a pagar los creyentes por identificarse abiertamente con Jesús. Las catacumbas -cementerios subterráneos- son una evidencia del costo de seguir a Jesús. Allí se refugiaron los cristianos bajo persecución del segundo siglo hasta el quinto.
Cuando Daniel se propuso no comer la comida contaminada del rey o cuando estaba en el foso de los leones no estaba jugaba al cristianismo. Cuando Esteban moría apedreado no estaba jugando al cristianismo. Cuando Juan Huss era quemado vivo en la hoguera no estaba jugando al cristianismo, ni cuando Lutero se opuso a la iglesia de Roma, estaba jugando a ser cristiano. ¡Ellos eran cristianos verdaderos y murieron entregada y valientemente por su causa!
Y es que el cristianismo siempre se ha desarrollado en medio de un sistema intolerante. Por lo tanto, no se podía jugar a ser cristiano, salvo que estuvieras dispuesta a perder tu vida. En contraste, hoy todo el mundo se llama cristiano. El término ha perdido tanto que no significa mucho ni para creyentes ni inconversos. Sin embargo, para los antíguos llevar el nombre de Cristo era un alto honor, a tal grado que estuvieron dispuestos a pagar con sus vidas, cosa que hoy no se puede decir de la mayor parte de la “cristiandad”.
En Occidente por ejemplo, ser cristiano no conlleva ningún riesgo, ningún precio ni ningún atractivo. Porque lo que muchos han vendido desde el púlpito y la televisión no es el cristianismo auténticamente bíblico. El cristianismo bíblico es primeramente y antes que nada, vertical. Es una relación tan intima con Cristo que nos da el valor para proclamar el evangelio, rechazar el pecado, vivir en santidad, levantar en alto la justicia, enemistarnos con el mundo, sufrir por su nombre, tomar nuestra cruz y seguirle, y estimar todas las cosas como pérdida y basura, con tal de ganar a Cristo.
¡Así luce el cristianismo bíblico! De tapa a tapa en la Escritura. Cualquier cosa diferente es una farsa.
Oración: Perdónanos Señor por rebajar el cristianismo bíblico a complacencia y conveniencia personal e institucional. Ayúdame a vivir el cristianismo Escritural… el cristianismo real. Quiero que me tengas por digna de llevar tu nombre. Me comprometo a no llevarlo en vano. En el nombre de Jesús, amén.
Alabanza: Cristianos, MVidal – https://www.youtube.com/watch?v=ZSLgZepSE1M
Violeta Guerra para Maestras del Bien – ©2017 Derechos reservados www.maestrasdelbien.org