«Porque decía: Si tocare tan solo su manto, seré salva«. (Marcos 5:28)

Jesús caminaba, la multitud le oprimía, conduciendo sus pasos a la casa de Jairo. En la multitud, una mujer con mucha dificultad se abría paso. Su objetivo, llegar a donde estaba él, tocarle y ser sana. Llevaba ya doce años de sufrimiento y no tenía esperanza, pero oyó hablar de Jesús, y se dijo así misma: “si tan solo tocare su manto, seré salva…”. El conocimiento del poder del Señor hizo que naciera en ella la esperanza de alcanzar su salud, este conocimiento hizo que ella creyera e hizo que también actuara.

Al padecer una enfermedad, se pierde la libertad de actuar, nuestros cuerpos quizás no tengan fuerzas, o el dolor no nos permita levantarnos y hacer las cosas cotidianas que siempre hemos hecho. Vemos como nuestras vidas se ajustan a lo que la enfermedad nos permite, son momentos en que nos sentimos frágiles y podemos llegar a ver nuestro buen ánimo y fe decrecer. Pero esto será así, sí nuestra esperanza está puesta en nuestra salud, sí creemos que solo sanas, seremos felices.

Afortunadamente nuestro Dios tiene nuestras vidas controladas. Desde antes que nosotras existiéramos tenía un plan preparado, y está utilizando los mejores medios para que éste se lleve a la realidad. Conocemos de su carácter, que no es un Dios cruel, todo lo contrario, muy misericordioso (Lam 3:22-23), y somos bendecidas cuando nuestra confianza está puesta en él (Jer 17:7).

Aprovechemos pues, estos momentos en que estamos enfermas, para hallar en Cristo nuestra esperanza, plenamente convencidas de que tiene el poder para sanarnos, y demos a conocer a otras la maravillosa gracia de nuestro Dios, de la salvación en Cristo y para que tengan la gran oportunidad también, de poner su fe y esperanza en él. Este conocimiento llevó a confiar y a actuar a esta mujer: “Porque decía: Si tocare tan solo su manto, seré salva”.

Oración: Buen Dios y Padre que estás en los cielos, ayúdanos a poder conocerte en tal manera, que nuestra fe y confianza sean fortalecidas en Tí sin importar las circunstancias. Que podamos poner nuestra esperanza en que solo de Tí viene la salvación y la salud, y que nada sucede que Tú así no lo permitas. Y que todo cuanto permites es para bien de nuestras almas. Que en todo momento la alegría nos acompañe, y que podamos ser fieles siempre. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.

Alabanza: Cuan Grande Es Dios, Espíritu y Verdad – http://www.youtube.com/watch?v=fCVGuMR4hUs

Rosa Glennys Rodríguez para Maestras del Bien ©2017 – Derechos reservados www.maestrasdelbien.org -Originalmente publicado 9/27/2013


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