“Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas” (Salmo 61:4).
Galicia es una zona de España donde la lluvia es muy habitual, incluso en los días de verano. Estaba en la Escuela Bíblica en Agosto del hemisferio Norte, y la ventana de mi habitación daba a un emparrado. Bajo las hojas de la parra, en un rincón, situado justo frente a mi ventana, un pajarillo había hecho su nido. Solía asomarme y mirar como los padres cuidaban a las dos pequeñas crías. Uno de esos días se levantó un fuerte viento y comenzó a llover. Cuando dirigí mi vista al nido, me quedé asombrado. La madre se había agarrado firmemente al borde del nido y abría sus alas poniéndolas frente al viento y a la lluvia, para cubrir mejor a los dos pajarillos. Así estuvo hasta que terminó la tormenta. Luego, sacudiendo sus plumas, para secarse. se puso sobre ellas, metiéndolas bajo sus alas.
Nos dice el versículo, que estamos en el tabernáculo de Dios para siempre. Él ha provisto de un lugar de seguridad para nosotros. Podemos reposar confiadamente porque Él lo ha hecho y, sin duda, es el lugar idóneo para nuestro descanso. Sin embargo, los vientos de tempestad y el torrente de dificultades, se precipitan muchas veces sobre nuestras vidas, como la lluvia de la tormenta sobre la tierra. Ahí, en medio del turbión, nos sentimos como desamparados. No entendemos el porqué de esa situación. La aflicción llena nuestra alma y necesitamos que alguien se interponga entre nosotros y nuestras pruebas. El salmista se da cuenta de que, junto con la provisión de un lugar seguro para estar y sentir la comunión con Dios, Él mismo abre Sus alas para protegernos de las dificultades de la vida. Mientras que el temporal de las pruebas y el viento de la dificultad azota con fuerza el lugar donde estamos, Dios muestra Su gracia y extiende sobre nosotros Su misericordia para que podamos soportarlas. Nunca estamos solos en situaciones de angustia. Su promesa es segura, porque Él es fiel; estas son Sus palabras y este es Su compromiso: “con él estaré yo en la angustia” (Sal 91:15).
Mira un momento hacia el lugar y la situación en donde te encuentras pasando tus pruebas. El lugar es seguro porque estás en el santuario de Dios. ¿Acaso no estás en Cristo? ¿No es Él mismo donde nos encontramos? Desde el día de nuestra conversión hemos sido puestos en el Señor. Jesús es para nosotros el lugar seguro y firme en donde Dios nos ha colocado. Pero, además, cuando la incidencia del temporal es grande, cuando nos sentimos a punto de perecer, cuando no encontramos salida para seguir resistiendo la prueba, Él, que es refugio, abre Sus alas de misericordia y enfrenta el temporal para que nosotros disfrutemos de paz en medio de la tormenta, la calma segura de Su protección.
Tenemos hoy dos alternativas: Seguir sólo bajo las circunstancias, que nunca nos harán sentir bien, o colocarnos bajo las alas protectoras de Dios. Esto exige una decisión personal: ¿En qué lugar queremos seguir?
Oración: Señor, que hoy sepa que son ellas mi refugio, para que pueda sentir Tu paz. Amén.
Alabanza: Salmo 91, SGreen – https://www.youtube.com/watch?v=Nr1XgK9TV2
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