“Bastante te he afligido, no te afligiré más” (Nahum 1:12)
Un amigo mío y yo habíamos estado caminando toda una tarde en la montaña. En uno de los tramos el camino se estrechaba y discurría sobre piedras. Un regato de agua lo bordeaba y en varios lugares las piedras estaban mojadas. Mi amigo no tuvo eso en cuenta y resbaló produciéndose un profundo corte en la rodilla. No quedaba otra opción que seguir caminando hasta salir de la montaña. Cuando llegamos a un
pueblo fuimos a un centro médico, porque el corte era grande. El médico determinó darle unos puntos de sutura. Cuando vino para suturar el corte, pidió un instrumento a su ayudante y profundizó en el corte para limpiarlo totalmente. Mi amigo sufría con paciencia y el médico le dijo: “Aguante un poco más, falta poco”. Por fin le dijo: “Bien, ya ha sido suficiente”.
Dios se dirige a Su pueblo afligido para anunciarle que el sufrimiento era ya suficiente y que el tiempo de dificultades tocaba a su fin. Podemos tomar la promesa para nosotros hoy. El tiempo de prueba que Dios permite que se inicie en nuestra vida, también termina en el momento en que Él así lo determina. Desde la perspectiva humana el tiempo de la aflicción es siempre largo, pero la Biblia dice que es poco, como dice el apóstol Pedro: “aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas” (1 Pd 1:6). Esta situación se produce cuando Dios conoce que es necesaria para nosotros. Esto está determinado por la sabiduría infinita de nuestro Padre que conoce lo que es bueno para Sus hijos en cada momento. Él permite las pruebas para fortalecer y conducirnos a la madurez espiritual. Debiéramos recordar el propósito divino en ellas:
- Primero, son consentidas para aquilatar nuestra fe. Es el instrumento que como piedra de toque manifiesta la calidad de la firmeza del No es que Dios quiera que suframos, pero lo permite para afirmar nuestra fe.
- Segundo, las permite para El oro que es perecedero se purifica por fuego, la fe, “mucho más preciosa que el oro” ha de serlo por medio del fuego de las pruebas.
- Tercero, tienen un objetivo final: que cada uno de nosotros “seamos hallados en alabanza, gloria y honra”. Estas tres perfecciones serán primeramente para Dios mismo, pero también para cada uno. Allí, al final de la andadura por el tránsito terrenal, siempre difícil, el Señor concederá las coronas de victoria.
La promesa de Dios llega ahora anunciando que las dificultades van a concluir. Escucha sus palabras “Bastante te he afligido; no te afligiré más”. Es el aliento que necesito cuando siento que estoy en el turbión de la angustia. Las situaciones difíciles me harán valorar mucho más el remanso de paz que viene tras ellas. Las lágrimas de ahora me hacen apreciar mejor las bendiciones del futuro. Acaso las nubes de tormenta ocultan el sol, pero esas serán beneficiosas para el campo cuando descarguen el agua necesaria. La tierra seca se cubrirá de hierba y de flores. No debo ver el presente, sino levantar mis ojos al futuro, donde sonreirá el alma ahora angustiada y disfrutará de las bendiciones que Él me va a conceder.
Mientras tanto confío en la promesa del versículo, así debes hacer tú también. Dios está a punto de revertir la situación, de transformar la inquietud en paz y la tormenta en quietud. Pronto el viento huracanado de la prueba, dará paso a la brisa suave del caminar con Dios. Y si la prueba se extiende y no veo resuelto el problema en el tiempo presente, debo remontarme a la eternidad donde Él enjugará mis lágrimas para siempre, por eso puedo decirle ahora:
Oración: Padre, en Tú poder está mi confianza, descanso en Tí y en Tu nombre voy. Por Cristo Jesús, amén.
Alabanza: Tu Misericordia, Face2Face – https://www.youtube.com/watch?v=e01Akqb6xfQ
Samuel Perez Millos, Ministerio Aliento para Maestras del Bien ©2017 Derechos reservados www.maestrasdelbien.org
Es cierto!!! Dios siempre ha estado conmigo en todo momento. Todo es para un proposito. Pronto todo estará bien.
Comments are closed.