Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”. (Marcos 12:30-31)

Dentro de los versículos mal enfocados y abusados encontramos el de Marcos 12:31, y específicamente la partecita que dice “como a ti mismo”.

Cuando del segundo mandamiento se trata “de amar al prójimo como a nosotras mismas”, nos encontramos con dos extremos:

  1. Quienes basados en el “amor propio” se enfocan en sí mismas llegando a ser altivas, orgullosas y/o prepotentes.
  2. Quienes tienen una baja autoestima o complejo, porque no llenan las medidas consciente o inconscientemente autoimpuestas a causa de los estándares y demandas de otros.

Mas, claramente ambos enfoques están completamente errados porque el blanco es incorrecto. No se trata amarme o despreciarme, cuidarme o ignorarme, subirme o bajarme. Sino de la urgencia que yo debo mostrar como criatura redimida por Dios de que mi prójimo alcance una salvación igualmente preciosa. Así que como mujer ya rescatada y restaurada por la gracia del Señor, el orden de mis prioridades debe ser:

  • Primero, mi adoración a Dios, y
  • Segundo, mi interés por los perdidos

El mismo amor y urgencia que Dios mostró enviando a Su Hijo y quienes me anunciaran el evangelio de salvación, debe ser el que yo exprese por mi prójimo. De manera que la obra de Cristo no termina con mi salvación, sino que se debe extender por medio de mí hacia otros. Porque “nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn 15:13).

Después de Dios en el Padre Nuestro y el primer mandamiento, se nos llama como asunto de prima importancia a tomar en cuenta al prójimo. Por eso el Padre Nuestro es una oración en plural; nuestro, danos, perdónanos,.. ”. No existe mayor mandamiento en la ley que amar a Dios y posteriormente, “id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” –amar al prójimo- (Mc 16:15). Ese es el sentir de Marcos 12:31 y no una cátedra de autoayuda. Mas bien el mandato que tenemos es: “niegate a tí misma, toma tu cruz y sígueme” (Mc 10:21). Cuando así hacemos, él nos hace pescadores de hombres (Mc 1:17).

Oración: Padre gracias por llamarme y enviarme. Gracias por recordarme que la salvación de mi prójimo debe ser mi objetivo. Gracias también porque nos llama a no afanarnos, pues, diciendo: ¿Qué comeremoso qué beberemos, o qué vestiremos? (Mt 6:31). Gracias porque no tengo necesidad de preocuparme en esas cosas como los gentiles pues como hija Tuya, Tú sabes de qué cosas tengo necesidad (Mt 6:32) y provees y cuidas de mí. En el nombre de Jesús, amén.

Alabanza: Fue Tu Misericordia, Face2Face – https://www.youtube.com/watch?v=e01Akqb6xfQ

Violeta Guerra para Maestras del Bien ©2017 Derechos reservados www.maestrasdelbien.org

Compartir
Artículo anteriorOra Por Mí
Artículo siguienteQuietud y Reposo

Warning: A non-numeric value encountered in /home/customer/www/maestrasdelbien.org/public_html/wp-content/themes/Newspaper/includes/wp_booster/td_block.php on line 1009